miércoles, 7 de marzo de 2007

Linking Love

El hombre
por quien sopla el viento
vive donde el día
aún no asume el fin
donde el oro aguarda
emperifollado
a los canarios
en una ciudad oculta
bajo la hiedra


El hombre
por quien brilla el sol
sabe curar las dolencias
templado y hermético
como la aurora austral,
porque las ha padecido
de la A a la Z.
Sólo él olvida mi nombre
tierna e intencionalmente
por sempiternos lapsos
para llamarme “hermosa”
entre las joyas




El hombre
por quien crece
el cuarto menguante
es un topacio azul
con ojos de elefante.
El se asemeja
al molusco que abriga a la perla
a una hojuela sin carne
a una verja marroquí
por donde se infiltra
el alma plausible
que huele a noche fresca
cuando duermo




El hombre
vino a mí siendo hombre
seráfico, desnudo
cubriéndose
con una mano de Dios
se acercó apenas y me dijo:
que jamás volviera
la mirada sobre los hombros
que mis ojos serían sus ventanas
que había extraviado
la unción y la alegría
que fuera yo
simplemente
plenilunio.


El hombre
se dio vuelta
y empezó a caminar
lentamente hacia el alcázar.
Lo seguí
con mi contextura inasible
oronda y radiante
imantada por sus rasgos
impares.

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