una infusión verde, aromática
un ventanal a la izquierda
y en el corazón, la pluma.
Y cómo no? la consiento, siempre la consiento
como ella a mí, cuando me llena los ojos de lágrimas
la boca de flores, las yemas de néctar
los días de gracia.
Ella pide un trozo de hoja
y de su sierpe, un pecíolo nos perfora.
Todo, mientras reímos reímos
hasta las tintas.
La musa pide una silla
una infusión, silencio
para escuchar el sonido
de la vida.
Hermoso Grace! A esta musa no hay que dejar de mimarla...
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