viernes, 21 de septiembre de 2007

Flor adentro



Secretamente
iba a dejarte
solo
en el pedregal.

Quizás fue
el deseo del sol
de romper en dos
el cielo hermético
lo que me detuvo
esa mañana.
Todo estaba en orden
excepto
el tizne sobre el tizne
en el rincón del ego.

Secretamente
iba a dejarte
en brazos
de la selva madre
...
luego recordé
el hueco aquel
que se llevó
del fondo al tope
varias lunas cinceladas…
y me tiré en la mecedora
a repasar los días en el huevo.

Quizás hoy
no me sienta a gusto
en el traje esmerilado.
Quizás saque a relucir
todas las flores
quizás, hasta indigeste
a las carnívoras!

Secretamente
iba a tomar
el toro
por las astas
...
pero
un ángel de Dios
me dio un revés
para besar mi frente sin demora
y exhumar
del preciado humus del origen:
la diferencia.

[pero
se escapó el toro
con los "peros"]

Quizás
no haya “quizás”
que me arrebate la idea
de acercarme mansamente
para decirte -¡Ven!-
como el Espíritu y la esposa
o de distarte de la breña
y de todas las espinas
e incluso
de las flores que ya fueron cortadas
de las que no tienen asidero.

Acaso en secreto
iba a dejarte
sin pábulo, a oscuras
esta primavera?
...
fue cuando dije
-¡Ay Dios!
¡no me sueltes!-
y dejó
de dolerme.

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