martes, 18 de noviembre de 2008

Marejada y recuerdos


Es esperar en esta marejada de sentimientos.
Esperar que se concentren todos los miedos.
Que el dolor cese alguna vez.
Que deje de doler dentro, dentro.
En esta eterna reflexión. En paz
aparente.
Sigo esperando. Miro de costado, al frente, atrás.
No puedo esperar más, me digo, y cuando
la noche termina, la luna se oculta.
Nuevamente me siento
a esperar.
En esta marejada de sentimientos.
El dolor del espíritu me produce arcadas.
No siento ya mi alma. Mi espíritu
parece que sigue allí firme, él solo,
esperando.
No tengo fe, en eso no.
No siento más que el reverdecer
de todas las memorias la memoria.
De todos los fuegos, el fuego.
El incendio.
Eres tú esa pequeña chispa que despertó
este gran fuego…
Espero. Por ti espero.
No se si cuando te vea, aún te ame.
No se.
Creo que te miraré curioso.
Como quien otea desde el alero
al horizonte. O ve si va o no a llover.
Creo que te amaré hasta la muerte.
Pero no se si te amaré cuando estés
frente a mí.
No me preocupa esto. Me interesa más,
revolcarme en estos insensatos recuerdos.
Admirar la capacidad de vulnerabilidad
que tengo, que tenemos.
Lejos, tan cerca lejos. Amor.
No creas todo lo que ves ni lo que oyes,
no confíes en tus recuerdos,
Borra ya esas memorias.
Al menos no seremos dos los ebrios
de sueños irrealizables, de noches
y noches sin respuesta.

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