martes, 14 de agosto de 2007

Trasandino



Se guarece hoy mi alma de la muerte
del ojo de la tormenta
de la ira de Dios
como el colibrí estrella
en la cueva diminuta de los Andes.

Y cuando el sol traslada su vehemencia
su calidez latina
a otras latitudes
me doy el lujo de planear
a mis anchas
pecho adentro.

Estas alas
pequeñas pero vivaces
me han hecho migrar
dibujando incontables veces ocho
removiendo potestades
ávidas de savia
del sonido agudo
que resquebraja el hielo de la noche.



Esta sed
propia del viaje
me mostró la distancia indisoluble
entre oasis y fuente
entre verdad y cuento
entre naciones en pugna por codicia
y el sagrado designio vertical.

Mientras la calidez y el día
se prolonguen
voy a alcanzar
el néctar de tus labios
las flores de pétalos carnosos, los piñones
los frutos comestibles de los cardos
y más
más arriba, el perdón.

Luego, podré volver a mi refugio
a mi situación de "alado predilecto"
a respirar lentamente
a agradecer el alimento de tus manos
a dragar deseos encubiertos en la tinta
a probar, más
más arriba,
la resistencia de la pluma.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

gracias x el comentario! no dejes de orbitarme!