jueves, 18 de marzo de 2010

Siestecita posadeña

por graciela malagrida


Infinitas infancias
anaranjadas, dulces
fibrosas cuelgan
al alcance de la mano

Pindó en el camino
en los barrios donde
aun queman los niños
hojitas otoñales

Confluyen en hondos badenes
callecitas empedradas y de tierra colorada.
Y de cuando en cuando, pindó
anaranjada infancia
cordones de limoneros.

Ciertas
campanitas violáceas
asónicas recuerdan
que esta polvareda también
espera la lluvia…

y hasta las hebras lucen como el oro
bajo la lupa del rapsoda
flechado por la vida
por una siestecita, bajo el sol.

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