por graciela malagrida
Hay días que dan ganas de pasear en silencio, como un glaciar, deslumbrando con lo indispensable. Hoy por hoy resulta nuclear, dejar las plataformas bajo agua. G.M.
Hay días que dan ganas de pasear en silencio, como un glaciar, deslumbrando con lo indispensable. Hoy por hoy resulta nuclear, dejar las plataformas bajo agua. G.M.
En mi patria corren ríos congelados
ríos nonatos en las cumbres
ríos bravíos, cataratas.
En mi patria, la conversa humedad
de cada lágrima, es el tesoro
en el rostro circunspecto
del que ha pisado tierra
y ríe, ríe como un río subterráneo
uno más
bañado en plata.
En mi patria abundan navegantes y poetas
que no envejecen, ni se eclipsan, ni se ofuscan
ni salen a correr como asustados antílopes
en medio del simulacro.
Y también hay en mi patria subcutánea
saltos recónditos, estalagmitas milenarias
y corrientes tan
tan cálidas
que pecan en plexo de soberbias…
Ven en ese barco, rema en tu canoa
bracea contracorriente, rema
monta una hoja, un pétalo, un verso intenso
un cascarón y verás que al llegar
no podrás desentenderte de mi suelo
dilatado y ecuánime, ajustado a sus almas.
Y dejarás huella y semilla
antes que canten los gallos
antes que suenen las liras
antes que veas el semblante de la luna
el tuyo y el mío en el fondo del río...Y dirás:
-¡patria mía!- con el pesado tesoro en los ojos.
Ven poeta. Ya suenan las liras
y ellas corren con flores, ansiosas a las costas.
No te canses. No te tardes.
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