sábado, 2 de enero de 2010

Euritmia de los prístinos días

por graciela malagrida



Traté de meterme en óleos y pasteles
de mirar, como hubiera pintado mi mirar
algún coloso. Traté de ser gentil
desmembrando mi pan en la palabra “cariño”.
Fui propensa a partir peras, a colgarlas del olmo
para evitar el amargo momento miserable.
Traté, juro que lo hice. Hasta me atomicé en el silencio
para invadir la bulla…Traté de contener las lágrimas
e incluso las ahorré en el lecho de mis aguas
para el momento aciago. Pero ellas se petrificaron
se negaron a salir a la luz como diamantes. Se acopiaron
acaparando la superficie herida por la inopia.
Traté de contárselo a alguien
y vinieron solícitos
mis graciosos colibríes.

Aleteé con ellos esa noche
buscando la flor blanca y el néctar que Dios
puso en la luna. Aleteé hasta el paréntesis
hasta el aliento mismo de la aurora.
Nos acurrucamos en la calidez ingénita
y naturalmente, crecimos como zapallos.

Traté de contárselo a alguien…(bis)

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