jueves, 25 de febrero de 2010

Muestras germinales

por graciela malagrida


¿Es que sólo se puede sentir orfandad
en medio de este lodo
de esta boca de lobo
de este apagón?

Quiero expresar que no.

Te vi oteando en el hueco
por donde entraba la luz.
La dejabas hacer su parte-recuerdo-
y recorrías su cuerpo con el dedo…
Mi inocente silencio se escapaba
y en él, la eternidad
del alma mía.

Toqué tus manos, tus párpados
mientras dormías… Supongo que eso
cambió mi historia para siempre.
Distinto hubiera sido tener que sonsacar
las verdades de este mundo por las mías:

“No hay día después, ni ciencia
cuando sucede la muerte. No hay
ángeles detrás de los disfraces
ni damas de acero con pies de barro.
No hay nubes ni mares
más grises que tus ojos…”


Después de ese mirar
me dediqué a exhumar
los misterios y las caras del vacío
la utilidad del cuenco perforado.
Después de ti perdí la voz… o mejor
la trasladé a las yemas.

Supongo que no aprendí
a soltar lágrimas en público
y que a falta de esa forma de mirar
sólo digna de tus ojos
jamás volvieron a verme
en verdadera magnitud.

-¿Es que sólo puedo sentir orfandad
después de ti?
– pregunté a mi reflejo
y advertí el antiguo hueco que hiciste
por donde entraba claramente
la antigua luz matricial
chispeando entorno a las palabras

y en el consuelo tras el luto de la noche
y en el abrazo de Dios por la mañana
desperté frutal, alegre, hijuela, germinal
tierna semilla, en tu visión de pájaro
esparcida.

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