A Dios gracias
por las rosas
por cada parte de ellas
pétalos y espinas
y sus derivados…
perfume, sangre, renuevos
y etcéteras guardados
entre líneas, entre otras hojas
de mil libros inéditos
que huelen a esperanza.
G.M.
Por delicadeza
en sala de espera
lumbreras y entendidos
letrados y eruditos
rehilando, dejan ver
ínfimas muestras de gracia
con total integridad.
Por descaro, en fútiles tronos
reluciendo impericia por los poros
el carcoma y las pestes infectan con monedas
ofenden soslayando, tropiezan con sus lenguas
compran, ciertas vidas con disfraces
sonríen y brindan, de cara al hambre
y a la desdicha que suscitan.
Por ende
para algunos “Dios”
es un genial invento del hombre
en su afán de mitigar el dolor
de vernos al espejo como lobos.
Para otros, inexiste
ramplonamente.
Por esto, para el abreviado resto
“Él” es el pan de cada día
la causal del gozo y el reposo
la rúbrica suprema en el tratado de la paz
el sublime retrato del recato, del amor
invicto ante la muerte… y del beso y el abrazo
del hombre con el hombre.
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