by grace
con el espectro verde, sediento del follaje
con el favor de cada gota, después de la sequía
y estrujaste las sombras debajo de los árboles
e hiciste caer tantos frutos
como hierba hay en la Tierra.
Nada más sonreíste
y se abrieron los cielos
en los ojos que te vieron…
Y te aliaste con todos:
con el corazón del pobre que no probó bocado
con el del contrito de espíritu
o el del sabio, ahogado en su aflicción
o con el de aquel, que busca encomendar a Dios su causa
aún en la ignorancia.
Nada más sonreíste
como una flor sutil
apenas prendida en las laderas.
Y te ganaste
hasta las piedras de los campos
con el aroma inescrutable de tus pétalos
luego soltaste una vez más
entre nosotros la alegría
y el quid de la cuestión, quedó enquistado.
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